Nos gusta trabajar para todos los grados de competencia, ya sean cocineros con estrellas con los que colaboramos, empresas alimentarias a las que proveemos o el cocinero que lo hace por pasión, en su casa.

Tenemos un anhelo preciso: asegurar que todos ustedes puedan contar con la harina perfecta.

Perfecta para sus exigencias específicas. Perfecta en un plan de nutrición. Perfecta en cuanto a las prestaciones durante las fases de elaboración. Cada una de nuestras harinas es peculiar, y está dedicada a destinatarios muy precisos.

Nuestras raíces mantienen vivo en nosotros Perteghella el sentido profundo de la producción de harinas tradicionales; sobre esas mismas raíces, las ramas de las nuevas generaciones de la familia se dirigen también hacia harinas concebidas para las nuevas expectativas del público.

La larga competencia molinera se actualiza así continuamente y se aplica a estilos de cocina que se preocupan por la salud, a masas fermentadas, a la pizzería, a la restauración de excelencia y al arte de la pastelería.

La solidez de nuestras harinas y la reputación que nos reconocen quienes las trabajan nace en nuestro laboratorio.

Allí llevamos a cabo análisis químicos, físicos y bacteriológicos que son la base de todos nuestros productos. Allí los construimos de acuerdo con los estándares internacionales de calidad que luego son certificados por IFS International Food Standard, por la ICEA para los productos ecológicos y por Kosher para la idoneidad de las reglas alimentarias judías.

Todo empezó entonces.

Lo que ha sido luego a lo largo de décadas es el fruto de ampliaciones y evoluciones a partir de esos cimientos. Desde 1939, todo ha cambiado salvo dos cosas: el apellido de quien dirige nuestra empresa y el amor por lo que hacemos.

La familia se encarga hoy, como en 1939, de toda la administración.

Un núcleo de mujeres y hombres Perteghella, más o menos jóvenes, cada uno de ellos con sus funciones y competencias precisas, se dedican al presente y al futuro de la empresa, sirviéndose de la colaboración de una decenas de personas entre obreros, conductores, empleados y técnicos.

Ser una empresa de explotación familiar significa para los miembros de la familia Perteghella tener la responsabilidad de una tradición de fiabilidad y calidad que se renueva desde hace 80 años.

Significa enorgullecerse de ser una de las cinco generaciones que han traspasado conocimiento y que han compartido entre sí valores. De esta manera hemos crecido y mejorado; solo así podremos seguir creciendo y mejorando aún.

Hoy, nuestra familia y nuestra empresa pueden contar con una estructura de producción que muele cada día más de 300 toneladas de trigo blando.

Números que hacen necesaria una capacidad de envasado de 100 golpes por minuto, de almacenes ubicados por la península sobre una superficie total de más de 5000 m2 y de una flota de 9 camiones.

Nuestra planta de molienda es una de las más modernas activas actualmente en Italia en le sector molinero.

Es una fábrica que nació en 2009 de una reformulación completa de las instalaciones anteriores y que fue aún más potenciada en 2012 con otros silos, con la inplementación de herramientas específicas y seleccionadoras ópticas para seguir mejorando la eficiencia durante las fases de limpieza y selección de los trigos.

Desde la llegada del trigo hasta la salida del producto envasado, cada una de las fases del proceso de producción –gestión del lote, de la calidad, de la rastreabilidad total– se ha digitalizado ampliamente.

Quienes eligen harinas Perteghella son principalmente realidades italianas.

Marcas de la gran distribución, hornos artesanales, industrias alimentarias y la restauración.
Sin embargo, un buen 20 % de la producción supera las fronteras italianas para llegar a Europa y a Norteamérica, hasta los enlaces comerciales de Emiratos Árabes y Suramérica.

Ya sea en Italia o en países lejanos, preferimos gestionar autónomamente todos los aspectos de la logística para garantizar así el respeto total del producto.